La historia del rey pato

sábado, 30 de agosto de 2014

El olvido.

Hasta ahora, nunca me habia parado a pensar cuál podría ser el verdadero temor del ser humano. Ese miedo, más allá de la fobia a las arañas, a las avispas o a la oscuridad. Ese miedo que, supongo que el hecho de que sea algo tan profundo, o de que haya sido pactado silenciosamente por todos, impide que se hable mucho de ello. Quiza debido a que no tenga solución, o que simplemente esté en nuestra naturaleza como seres humanos sentir temor por ello. Esa piedra afilada, oculta en el alma de cada uno de nosotros, llamada Olvido

Durante nuestras vidas, olvidamos todo tipo de cosas, como nombres, lugares, momentos o incluso motivos. Pero eso no es un olvido real, ya que si indagamos un poco en nuestras mentes, volvemos a recordar todo aquello. Entonces no podemos realmente hablar de ello como un olvido en sí, pues más bien, es un traspapelamiento de archivos en nuestras cabezas.

Entonces... ¿Cuándo estamos hablando de ese Olvido, en mayúsculas, que tanto teme el ser humano por igual?

Pues bien. Imagínense dentro de mucho tiempo, con unos 75 años tras una larga vida de duro trabajo y éxito. Has sacrificado mucho tiempo, pero por fin estás ahí, en la mecedora del jardín de tu casa, viendo a tus nietos jugando en la piscina. Pero tu cara no es de felicidad, si no de extrañeza. Porque tienes alzheimer, y estás empezando a olvidar por completo aquello cuanto viviste. La cara de tu hijo ahora se ve borrosa, y todos tus sacrificios para llegar hasta donde estás, dejan de tener sentido, pues ahora luchas por recordar que tienes que ir al baño. Pero por suerte, eso no es tan doloroso. Pues eres tu quien ha olvidado todo aquello, y por tanto, no puedes sentir verdadero pesar por ello. En cambio tus hijos, tus nietos, y todos los que te rodean, han perdido una pequeña parte de sus corazones. Pues como si de un tajazo con un afilado cuchillo sobre una hoja de papel fuera, han perdido un poco de la razón de su existencia.

Y es que en ultima instancia, es así, desde nuestro nacimiento buscamos vivir para ser recordados, para que tras nuestra muerte, alguien supiera que un día tu exististe, estuviste ahí y significaste algo para el universo, por minúsculo que fuera. Entonces si la necesidad de ser recordados es algo tan primario que pasamos por alto siempre, imagínense lo espeluznante que sería desaparecer de este mundo sin dejar una sola huella de tu presencia.

Quitarle a alguien el sentido a toda una vida... Es peor incluso que quitarle la vida misma. Y por tanto, el olvido, es la condena más terrible de todas. Y que ni la peor de las personas se merece.
Recuerden no olvidar.

domingo, 10 de agosto de 2014

Un mundo vacío.

"Permanecí ahí, bajo la luz del fuego, abrasado por el calor. La mancha de sangre en mi pecho era como el mapa de un continente nuevo y violento. Me sentí purificado. Sentí como este tenebroso planeta giraba bajo mis pies, y supe cuál es ese secreto que sólo los gatos conocen, ese que les hace gritar como bebés en la noche. Miré al cielo a través del intenso humo lleno de grasa humana y vi que Dios no se encontraba ahí. Vi esa oscuridad fría y vacía que se extiende hasta el infinito, vi que estamos solos.

Vivimos nuestras vidas, puesto que no tenemos nada mejor que hacer. Más adelante, ya les buscaremos un sentido. Venimos de la nada; Tenemos hijos, que se encuentran atados a este infierno al igual que nosotros, y volvemos a la nada. No hay nada más. La existencia es algo fortuito. No hay ningún patrón salvo el que imaginamos cuando nos quedamos mirando fijamente durante mucho tiempo. No tiene ningún sentido, salvo el que decidimos imponer. Este mundo que vaga a la deriva no está moldeado por vagas fuerzas metafísicas. No es Dios quien mata a los niños. Ni es el destino el que los despedaza, ni es la casualidad la que se los da de comer a los perros. Somos nosotros. Sólo nosotros.

Las calles hedían a fuego. El vacío respiraba con fuerza en mi corazón, convirtiendo sus ilusiones en hielo, haciéndolas añicos. Entonces renací, libre de garabatear mi propio diseño sobre el lienzo en blanco, en cuestiones morales, que es este mundo. Era Rorschach."

-Walter Kovacs, watchmen.