¿Y si quemamos el mundo? ¿Y si volvemos a estallar en un éxtasis de locura y descontrol dejando que todo arda a nuestro alrededor?
Da vida a la llama de nuestro interior, ese fuego que no nos consume como lo haría cualquier otro fuego, si no que enciende nuestros corazones, proveyéndonos de una fuerza sobrehumana; haciéndonos capaces de enfrentarnos a todo lo que nos venga. Haciéndonos sentir poderosos.
Y luego, cuando en nuestros cuerpos unidos se empiece a originarse el gran esperado incendio; podremos liberar toda esa energía en forma de un gigantesco estallido. Arrasando aquello que nos rodea, envolviendo el mundo entero en llamas y haciéndolo nuestro.
Entonces, y solo entonces, no pienses, solo siente. Siente como el calor de tu interior se intensifica cada segundo. Da rienda suelta a tus instintos. No te preocupes por nada, solo sigue exhalando tu fuego interior. Deja que todo arda y continua con la fiesta flamígera formada por las ígneas almas danzarinas de nuestros corazones apasionados.
Ya está. Detente. ¿Oyes eso? Es el silencio, que reina ahora, resonante y acogedor. Cierra los ojos e inspira. Ya está.
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Todo se había desintegrado y solo había escapado a nuestro gran incendio el mar. El impasible y eterno mar... Que ahora, acompañaba con el suave sonido de las olas, el vacío resonante dejado tras la eufórica fiesta de nuestros corazones llameantes. Esa fiesta, que un día incluso el Sol, envidió.
¿Quién podría olvidar ese día? ni siquiera la llama en mi interior, que ahora yace débil y lánguida a causa de la soledad. Pues desea volver a encontrarse contigo. Y volver a encender aquel fuego, que en su momento, fue capaz de brillar más que las estrellas.
Quien sabe, puede que algún día nuestras almas vuelvan a juntarse y mis labios vuelvan a besarte.
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