Tras largos días intentando convencer a Kësler y a Nhix de que estos les enseñen a Jhon, Kate y Fred a usar armas; hoy iba a empezar el verdadero entrenamiento para los jóvenes humanos. Nhix era una experta de las armas de largo alcance y de las dagas. Así que decidió entrenar a Kate en base a esas aptitudes que tanto dominaba la bella Albhed. Por otra parte, Fred y Jhon fueron entrenados por Kësler. Que como ya experimentó Jhon, el viejo Albhed era un gran instructor. Tras horas escogiendo un arma adecuada para cada uno Fred se interesó en especial por unas pequeñas espadas anchas con cadenas y un gancho en el lado opuesto del filo de la hoja. Era sorprendente como el chico se desenvolvía con un arma tan complicada como lo era aquella... Jhon, que tras semanas de duro entrenamiento para controlar su forma de lobo ya sabía modificar partes de su cuerpo únicamente sin perder el control. Eso le proporcionó la ventaja de no depender tanto de las armas por lo que se decantó por el estilo de combate con dos espadas cortas.
Mientras que el grupo de Kësler se preparaba para la guerra, a muchos kilómetros de las afueras de Kendil, Zatox, con más poder que nunca tras ser absorbido por las artes de la nigromancia y con todo un ejercito de lobos mutantes que se asemejaban más a grandes quimeras, invocados mediante ritos oscuros; se desviaba de su trayecto de destrucción dirección sur para adentrarse en los colinas tormentosas, mas allá del gran páramo de Ettin. Allí, en lo alto del pico del trueno, Zatox busca invocar a una de las bestias mitológicas más temidas. Al más violento de los 3 grandes dragones, al Bahamut. Capaz de reducir una ciudad entera a cenizas.
Los oráculos del trono del viento son conscientes de la destrucción que ocasionará esta gran guerra, donde las esperanzas son pocas para la resistencia Albhed y aún más escasas para los humanos de todo el continente de Rorazan...
Si la resistencia cae, ya no habrá amanecer para nadie.
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