-Kendil ha sido arrasada. y nuestra cabaña supongo que también así que debemos buscar cobijo o ayuda antes de caer muertos en este páramo.
-¡Tenemos que volver a Kendil! mi familia está allí y la de Kate, y la de Jhon. No podemos olvidarnos de ellos. ¡Hay que volver! -Dijo Fred
-No Fred, no podemos. No sabemos si ese bicho sigue por ahí cerca buscándonos y además no nos serviría de nada llegar para verlo todo calcinado. Hay que encontrar la forma de matar a esa cosa, de vengarse. Y muertos no hacemos nada. -Le paró Jhon muy fríamente.
-¡Como puedes decir eso! ¿Acaso te da igual que hayan destruido nuestras casas? ¿Nuestras vidas? ... Desde que te puedes transformar y toda esa mierda ya no eres el mismo... -Saltó Fred con rabia.
-¿Que no soy el mismo? ¿Cómo quieres que sea el mismo? ¡Claro que no lo soy! Antes era impulsivo, hacia locuras. Ahora tengo esa cosa dentro de mi que si me descontrolo podría matarte incluso. El hecho de que no te haya matado aún es porque dejé de ser el mismo. Así que deja de recordármelo. -Le cortó Jhon. -Deberíamos ir más allá de esas colinas. Aquella cosa que nos salvó dijo que preguntásemos por Nar en el pueblo que hay al otro lado.
-Jhon tiene razón Fred. No podemos volver. Lo mejor será ir allí y pedirle consejo a ese tal Nar. Si queréis venganza tendréis que prepararos duramente. Además, ese dragón... Si no recuerdo mal es como el que nos contaban cuando éramos pequeños. ¿Tu te acuerdas? yo hace mucho que dejé de escucharlas. -Le preguntó Kësler a Nhix.
-Tampoco eres tan viejo hermanito. Cuando eramos pequeños nos contaban esa historia para que no alborotemos demasiado y nos durmamos pronto. No paraban de repetírmela porque era muy revoltosa. La historia decía que había dos dragones eternamente enfrentados Rorazan. Brionac, el guardián helado y Bahamut, el tirano. Los Albhed sufrían duramente esa guerra pues la lucha de los dos dragones arrasaba los campos y calcinaba ciudades enteras. Ninguno de los dos vencía y la batalla duro años y años. La raza Albhed corría peligro de que se extinguiera y el mundo era un completo caos. Pero de repente, un tercer dragón emergió de la tierra y derrotó a Brionac y Bahamut. Los cuerpos de los dos dragones fueron sellados para evitar que vuelvan a despertar. Uno en alguna parte de Frostgard y otro en lo más alto del pico del trueno. Tras poner fin a todo. Los antiguos Albhed pidieron al dragón que les ayudase en la reconstrucción del planeta. Y entonces, un meteorito cayó en el mar muy cerca de la costa. De aquel meteorito salieron un hombre y una mujer. No eran Albhed pero se parecían mucho. Eran los primeros humanos. Repoblaron la tierra y durante años convivimos juntos. Pero poco a poco fuisteis ganándonos terreno y alejándoos de nosotros. Algunos de vosotros os dedicabais a cazarnos con vuestra avanzada tecnología, y otros simplemente nos evitabais. Y bueno, esa es la leyenda. De como se supone que aparecisteis y de la batalla entre Brionac y Bahamut.
-Entonces, ¿ese tercer dragón ha revivido y nos quiere matar? ¿Por qué? -Preguntó Kate
-No no, ese era Bahamut. Seguramente Zatox encontró el modo de invocarle y controlarle con los poderes de la nigromancia. -Le respondió Nhix
-Y como se llama ese tercer dragón, ¿no podemos invocarle nosotros? -Volvió a preguntar la chica
-Se llama Antaras. Pero es imposible invocarle la historia dice que solo emerge cuando la tierra le necesita. -Aclaró Kësler, que jugaba entretenido con su amuleto.
-Entonces tenemos que encontrar el modo de invocar al otro, al de hielo. Y seguro que ese tal Nar sabe cómo. -Intervino Jhon
-No estoy seguro, pero es lo mejor que podemos hacer. Así puede que consigamos las respuestas. Además se supone que ese tal Nar conoce a aquello que nos salvó de Bahamut. Ahora a dormir. Al amanecer cruzaremos los montes, yo haré la primera guardia. -Terminó Kësler.
-Entonces, ¿ese tercer dragón ha revivido y nos quiere matar? ¿Por qué? -Preguntó Kate
-No no, ese era Bahamut. Seguramente Zatox encontró el modo de invocarle y controlarle con los poderes de la nigromancia. -Le respondió Nhix
-Y como se llama ese tercer dragón, ¿no podemos invocarle nosotros? -Volvió a preguntar la chica
-Se llama Antaras. Pero es imposible invocarle la historia dice que solo emerge cuando la tierra le necesita. -Aclaró Kësler, que jugaba entretenido con su amuleto.
-Entonces tenemos que encontrar el modo de invocar al otro, al de hielo. Y seguro que ese tal Nar sabe cómo. -Intervino Jhon
-No estoy seguro, pero es lo mejor que podemos hacer. Así puede que consigamos las respuestas. Además se supone que ese tal Nar conoce a aquello que nos salvó de Bahamut. Ahora a dormir. Al amanecer cruzaremos los montes, yo haré la primera guardia. -Terminó Kësler.