Apenas el primer rayo de luz del alba se asomó por el hueco en la ventana de la celda diseñada para el chico una voz se oyó al otro lado de la puerta. No era Kësler, si no su hermana pequeña, Nhix. Llamó a la puerta para indicar que iba a entrar y seguidamente desarmó el sistema de cerraduras. La puerta se abrió lentamente y una esbelta y perfecta figura se dejó ver entre las sombras. La hermosa chica, de no más de 20 años, dio unos pasos más hacia adelante y le sirvió el desayuno a Jhon, que se encontraba al otro lado de la celda sentado contra la pared mientras miraba atolondrado la escena.
Fuera del yugo de las sombras, el rostro de Nhix se dejo ver más nítidamente para Jhon. En el, unos increíbles ojos color esmeralda, rodeados por múltiples y extraños puntitos negros dando evidencia de la sobrenaturalidad de la raza Albhed; unos sensuales labios perfectos, para ser usados con el fin de persuadir a cualquier humano; una melena flamígera que parecía tener vida propia. Pues esta describía seductores movimientos aleatorios aun sin soplar la más mínima ráfaga de viento. Y para colmarlo, hermosas estrellas caídas en forma de pecas que buscando la imperfección de su rostro solo lo hacía más bello. Todo ello, hacía del rostro de Nhix algo increíblemente maravilloso.
-Parece que ya estás mejor, un buen desayuno te sentará genial. -dijo Nhix sonriente.
-Gracias, la verdad es que ya no me duele tanto la espalda. La caída fue brutal, no se como sigo vivo. -respondió Jhon .
-Alguna ventaja tendrá que tener todo esto ¿No? -dijo mientras le servía la leche caliente.
-Supongo, no se. ¿Quién ha preparado estas tortitas? Están de vicio. -Intentando cambiar de tema Jhon.
-Aquí nos repartimos como podemos el trabajo. Kësler sale de caza cuando puede, vigila la casa y cocina. Yo trabajaba hasta hace poco en el hospital como enfermera, camuflada entre los demás humanos me ganaba mi sueldo para comprar provisiones y de paso aprendía de vosotros. Hasta que tuve que atender a un mercenario capullo que no se como me descubrió y tuve que huir. Fue cuando te hice ese bonito tatuaje. -señalando la herida de Jhon en el pecho
-Siento lo de tu trabajo. Espero que acabes encontrando otro pronto. -intentando animarla mientras se acababa las tortitas
-Yo siento haberte metido en esto, ojalá pudieras seguir viviendo una vida normal con tu gente y no estar aquí con dos locos. -dijo Nhix con cierto tono de culpabilidad.
-Ojalá... -se hace un silencio. Y luego, la voz grave de Kësler se oye a lo lejos.
-No perdamos el tiempo y ven aquí chaval.
-Bueno, sal al patio por esa puerta a la derecha. Te espera mi hermano para comenzar tu entrenamiento. -dijo mientras recogía la bandeja y ayudaba a Jhon a incorporarse.
Jhon se fue corriendo al patio según las indicaciones de Nhix y allí estaba Kësler sin su gabardina. Únicamente ataviado con un pantalón viejo igual que el que le habían proporcionado a Jhon. Al llegar, comenzó el primer día de entrenamiento que duraría ocho largas horas de transformaciones, golpes, caídas y riñas de Kësler ante la torpeza de Jhon. Aún así, el chico demostró mucho valor y ganas de superación. Con lo que a pesar de aquella torpeza del primer día, logró aprender a sacar invocar su bestia; pero no a volver a su forma humana por voluntad propia.
Todo sea por volver a ver pronto a su familia.
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