Era una noche sin luna. La calle estaba completamente oscura y silenciosa. Y así debía ser. Porque ningún alma que se aprecie debería presenciar lo que estaba a punto de pasar esa noche.
De un cruce aparecieron 3 individuos más o menos altos, muy alegres, muy charlatanes, llenos de soberbia, ebrios por su narcisismo. Se creían los amos de la calle... los mandamases de allá por donde iban... Inocentes ratitas... Hoy no era una noche para ellos. Hoy era una noche sin luna; sin piedad para aquellos que tomaron el brazo de quien les ofreció la mano. Aquellos que se mercieron siempre un castigo y nunca lo llegaron a recibir. Hoy pagarían por todo.
...
Hoy, la bestia salía de cacería.
...
Un hombre de complexión delgada, alto, y de largas piernas corría desplegando al aire el bajo de su gabardina, como un gato, silencioso, directo hacia su próxima presa. Su rostro estaba completamente cubierto por un pasamontañas y la capucha de su negro atuendo. Destacaban sus ojos. Lo único apreciable con el pasamontañas. Unos ojos sombríos, llenos de crueldad. Que reflejan un alma corrupta, poseída por el mismisimo belcebú. En su mano sostenía un báculo. Era su arma, con la cual se entreno solo para este preciso momento. No necesitaba más.
El hombre de gabardina de un salto arremetió contra el del medio de los tres. Este quedó completamente aturdido en el suelo, por el golpe en la cabeza. Los otros dos, tan vanidosos que eran antes, corrieron despavoridos dejando a su amigo tirado. Eso es lo que pasa cuando defraudas a la gente, amigo. Que te defraudan cuando más lo necesitas.
— Feliz cumpleaños! sucio parasito...
No hay comentarios:
Publicar un comentario