La historia del rey pato

martes, 2 de mayo de 2017

El Rey Pato - ¡Un espía! (2/6)

No entendía muy bien lo que estaba pasando. Supuse que el sueño con el pato había sido producto del contacto de mi piel con las plumas mientras dormía. Era lo lógico, al fin y al cabo. No obstante, todo se me hacía muy extraño. Era demasiado real y eso me inquietaba. Además, ¿cómo había terminado durmiendo lleno de plumas aquella noche?

Fueron pasando las horas del día siguiente, y la imagen de aquel curioso pato de mis sueños no se me iba de la cabeza. ¡Y no tenía sentido! Cielos, no es más que un sueño tonto... me decía una vez tras otra. Pero irónicamente, cuanto más me lo repetía, más se acrecentaba la loca idea de que lo sucedido aquella noche había sido completamente real.

Hasta que cayó de nuevo la noche. Esa vez me aseguré concienzudamente de que no había objetos extraños bajo las sábanas. Estaba fresco y lúcido. Según mis cálculos, era imposible que soñara con nada, pero solo para asegurarme por completo, me tumbé en la cama y me dispuse a leer La isla del tesoro con la intención de no pensar en nada parecido a patos que hablan o reinos de praderas rojas.

...

Pero ¡iluso de mí!
Nada más caer dormido, como si de un cambio de escena de película de serie B se tratara... ¡ahí estaba yo! En el mismo césped rojo, con la única diferencia de que ahora me encontraba al otro lado del enrejado contra el que había sido enviado por aquel pato. ¿Y como sabía eso? podría preguntarse alguno de vosotros. Por el condenado rastro de plumas que había dejado el pato tras el aleteo que me hizo saltar por los aires, cómo no.

Esto sobrepasaba los límites de mi imaginación, estaba claro. Pero decidí aprovechar el aparentemente sueño lúcido en el que me encontraba para explorar los rincones de mi mente. Así con ello, busqué la forma de entrar en aquellos misteriosos terrenos. ¿Sería por una puerta? bueno, el rey es un pato, así que vuela. ¿Necesitarán puertas entonces? ¿Hay más seres inteligentes?

Un movimiento entre los arbustos que se localizaban junto a las verjas del terreno del rey pato interrumpió mis pensamientos y me hizo dar un pequeño saltito hacia atrás. No obstante, estaba soñando. No tenía nada por lo que temer. Así que, despacio y con mucho cuidado, empecé a acercarme hacia el foco del ruido. Cuando mi cabeza se encontraba ya a pocos centímetros de los arbustos, pude escuchar lo que deduje que eran una especie de murmullos completamente ininteligibles. Acerqué entonces un poco más el oído hasta el punto en que las ramitas y hojas acariciaron el lóbulo de mi oreja. Y de pronto, como un rayo, saltó de entre las hojas un precioso conejo blanco con un vestido de estampado azul y flores amarillas. El adorable roedor me miró con cierta confusión. Formuló unas palabras a modo de pregunta que no comprendí. Tras unos segundos de silencio, volvió a articular algo y se marchó corriendo al no encontrar respuesta. Lejos de la verja del rey pato.

Perplejo ante lo ocurrido, me quedé petrificado allí mismo, mirando hacia la dirección en la que había seguido el curioso conejo. Entonces, un bullicio proveniente del interior de los dominios del rey pato me hizo reaccionar. No me dio tiempo siquiera a girarme cuando toda una bandada de palomas vestidas con cascos del color del latón y armaduras plateadas ceñidas a sus plumas se abalanzaron sobre mí con tremenda energía, suficiente para derribarme y hacer que me golpeara la cabeza con una roca que había en el camino.

Todo comenzaba a oscurecerse a mi alrededor. Debió ser un golpe fuerte, pensé. Y mientras tanto, las agresivas palomas seguían armando alboroto. —¡Le tenemos, tenemos al espía!— gritaban al unísono. Finalmente, todo se apagó. Pero esta vez, no hubo un despertar en mi cama...

Continuará.

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