La historia del rey pato

lunes, 26 de noviembre de 2012

Renacer.

Desperté de aquel largo sueño.

Un cálido manto envolvía mi cuerpo que se encontraba terriblemente encogido, paralizado, indefenso. Los músculos no me respondían y no podía ver más que una profunda oscuridad; impidiéndome distinguir sombra alguna. Grité. Pero ni yo mismo me oía. Mi entumecida mente no sabía como reaccionar a aquella ausencia de todo. Había desaparecido cualquier atisbo de realidad o por lo menos de lo que antes creía así. Solo una calma hueca, un silencio profundo y resonante rodeaba aquella nada.

Y de repente...

Sentí como ese manto en el cual me cobijaba se iba desvaneciendo y mientras una luz asomaba tímidamente desafiando aquella oscuridad. Sentí como aquello que durante años me acompañó en vida desaparecía en el cajón de mi memoria, sentí como los recuerdos se hacían más y más borrosos. Aquella luz ahora cegadora quemaba mis delicados ojos y algo me asió con firmeza y una profesional delicadeza. Un ambiente de ruidos perpetuos y una ajetreo estresante empezó a hacerse más fuerte conforme iba saliendo de mi cálida morada. Entonces, confuso; intenté escapar de aquellas garras para tratar de volver a mi viejo mundo. Lejos de gente extraña, del ruido, lejos del cinismo de aquellos seres, de su falsedad. Lejos de esta locura que más tarde pasará a llamarse realidad. Pero rápidamente lo comprendí todo y sin poder evitarlo, rompí a llorar. Impotente frente a la cruel ironía que estaba presenciando.

Una y otra vez, va dando vueltas esta absurda ruleta llamada "vida" en la cual estamos encadenados para toda la eternidad...


Afortunadamente, la realidad no es así...
O por lo menos eso espero.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Ante las fauces del lobo. (Un bebé Albhed.) (4)

Jhon se había despertado en lo que parecía ser una celda. Estaba atado de pies y manos y no podía ver nada a causa del entumecimiento. Solo pasado un tiempo logró ver un fuerte rayo de luz procedente de una lampara situada a su frente. Los ojos le ardían al mirar hacia aquel foco y lo único que podía hacer era limitarse a cerrarlos. Seguía transformado en aquella cosa que la noche pasada casi mata a dos civiles. Dentro de él, todavía esa extraña ira incontrolable ardía en su interior y no era capaz de volver a ser el de siempre.

Un hombre de mediana edad con gabardina y sombrero apareció de la nada frente a Jhon, como un fantasma o una ilusión. Instintivamente, Jhon le rugió y amenazo con morderle la cara. Este, de un único manotazo, derribó al animal que poseía al chico, que confuso, no pudo evitar volver a arremeter contra su secuestrador. Pero este, impasible, le propinó otro manotazo en lo que antes era la boca de Jhon y ahora se asemejaba más bien a un hocico. Amedrentado Jhon se retiró de él como un chucho asustado y se cobijó junto a la pared donde estaba atado. De pronto, las cadenas dejaban de apretarle y poco a poco volvía a recuperar su forma humana.

-Mira tu por donde, resulta que el lobo feroz no era más que un niño. Que decepción. -comentó el hombre burlonamente mientras sacaba de la gabardina una petaca de licor.

-Tengo 17 años, creo que lo de niño sobra. ¿Quién eres? y ¿Por qué me has secuestrado? -Le espetó Jhon.

-¿Un trago? Te ayudará a recomponerte. La caída fue dura hasta para mi. -tras beber de la petaca.

-Seguro que es un somnífero o algo por el estilo. ¡Te he hecho una pregunta, responde! -contestó Jhon nervioso.

-Veo que tienes carácter, eso ayudará bastante. Por desgracia no eres muy observador, acabo de beber. ¿Crees que si fuera un somnífero bebería? Me parece que nos espera un largo entrenamiento. -sentándose en una silla.

-¡Déjate de estupideces y contéstame! ¿Por qué me tienes aquí encerrado? -cada vez mas impaciente

-Vas a tener que aprender a ser paciente si quieres controlar tu lobo. Pero por ser hoy te perdonaré. Mi nombre es Kësler, soy un Albhed. Quien te tiró ayer de noche desde el edificio fui yo en mi forma de lobo. Quien te arañó aquella noche en el bosque fue mi hermana pequeña, Nhix. La perseguían los GRIM y asustada te atacó sin querer pero al darse cuenta de que eras inofensivo se detuvo a tiempo y no te rebanó el cuello de un mordisco. Eres un tipo con suerte, además creo que le gustaste. Además, eso te convirtió en uno de nosotros; lo que es una gran fortuna. Solo necesitas instrucción, hora eres como un bebé Albhed que necesita que le enseñen a controlar sus transformaciones. Eres peligroso para ti mismo y para los demás humanos. Por eso te he encadenado. ¿Quieres un trago o no? Te ayudará. -con tono tranquilizante.

-¿Qué quieres decir con que eres un Albhed? ¿Qué es eso?. -Ya más relajado y con la petaca de Kësler en la mano

-Somos una raza muy antigua casi extinta que vivíamos en paz y tranquilidad antes de que vosotros, los humanos empezarais a colonizar la tierra y nos expulsarais de nuestros territorios. Siempre hemos sido muy pacíficos y por culpa de eso no pusimos resistencia alguna a vuestra invasión y acabamos viviendo como animales en los bosques. Por la cuenta que nos traía hemos aprendido a relacionarnos con vosotros como si fuéramos humanos; pero eso lo único que ha conseguido es corrompernos con vuestra cultura destructiva. Algunos de los nuestros, son ahora agresivos y se dejan ver transformados. Algo que nos pone en grave peligro. Mi familia y yo evitamos todo lo posible el contacto con humanos y conservamos nuestras viejas costumbres para no mal influenciarnos.

Una larga pausa.

-Me cuesta creerlo. pero al fin y al cabo, estuve a punto de matar a dos personas según tú. Y ya os he visto transformados. Así que tendré que aceptarlo... -dijo Jhon con la mirada perdida en la petaca.

-Es gracioso, pensé que te ibas a revolucionar y no me ibas a creer. Veo que te lo tomaste bastante bien. -dijo Kësler dejando escapar una leve sonrisa.

-Supongo que no queda otra. ¿Cuándo podré volver a mi casa? -Preguntó mientras miraba un extraño sello con la cara de un lobo grabado en la petaca que aún sostenía.

-Ese sello que miras es el de mi familia. Los Albhed nos transformamos por familias en un animal. La nuestra es en lobo. Pero hay otras que se transforman en oso, cuervo... Por desgracia la mía ha sido perseguida durante muchos años. Hasta tenéis una leyenda sobre nosotros. Nos llamáis hombres lobo. Todo eso fue por culpa de un tío mío. Fue un delincuente que se dejó ver muchas veces. Mi padre tuvo que enfrentarse a el en una dura pelea. Ninguno de los dos regresó. Se cree que ambos murieron en la gran cordillera de trueno, donde lucharon. Así que tu no tienes nada que temer pues ya no está con nosotros. Claro que no se que fue de él. Desapareció hace muchos años. Respecto a ti, siento decirte que no podrás volver hasta que hayas completado tu entrenamiento.

-¿Que entrenamiento? - Preguntó Jhon

-Tienes que aprender a controlar ese lado feroz. No puedes volver hasta entonces. Empezaremos mañana al alba. Así que será mejor que duermas. -respondió Kësler mientras se quitaba la gabardina y colgaba el sombrero.

Kësler salió de la habitación y apagó la luz. Jhon, se tumbó en un colchón viejo en el suelo e intentó dormir. Pero de nuevo una lluvia de pensamientos se lo impidió. El hecho de que ahora sea una amenaza para sus amigos y su familia atormentaba al pobre joven. Y la única forma de volver con ellos era recibir aquel extraño entrenamiento del que hablaba Kësler. Los Albhed, los GRIM, su transformación, Kate...
Una lagrima resbaló por la mejilla de Jhon. Y finalmente, su durmió.

domingo, 4 de noviembre de 2012

¿Sabéis de que clase de días hablo?

Hoy es uno de esos días en los que no sabes que hacer con tu vida. Uno de esos días en los que te sientes vacío, solo, amedrentado...
Hoy es uno de esos días en los que el tiempo te pasa increíblemente lento. Tienes mucho que hacer pero tampoco tienes ganas de nada.
Hoy es uno de esos días en los que el mundo se torna de color gris y te rodea un aura de profunda pena. Días en los que no quieres que nadie te moleste pero que a la vez necesitas compañía urgentemente.
Hoy es uno de esos días en los que te dejas de sentir parte de la humanidad pero deseas con anhelo volver a ser parte de ella.
Hoy es uno de esos helados días que lo que más deseas es tumbarte en la cama o en el sofá y ponerte a ver una película junto a esa persona que tanto quieres. Pero claro, no hay nadie. Es más, ni siquiera sabes quien podría ser esa persona...
Hoy es uno de esos días llenos de recuerdos duros y hermosos. De sueños no vividos y de fantasías por soñar.
Hoy es uno de esos días en los que abundan las miradas frías pero faltan cálidos abrazos y relucientes sonrisas.
Hoy es uno de esos días en los que... en fin, que cojones. Ya sabéis a que tipo de días me refiero.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Ante las fauces del lobo (Verdadero comienzo.) (3)

Era de noche y hacia frío. Ya no había ese hormiguero de gente abarrotando las calles. Solo de vez en cuando, alguna que otra pareja abrazada mirándose el uno al otro como si solo existieran ellos y nadie más. Pero era evidente que no estaban solos. Aún incluso cuando hasta la luna, llena e imponente en lo alto del cielo nocturno les había dejado, escondiéndose entre las nubes; alguien, o más bien algo les estaba observando... Se trataba de aquel joven que en sus días era entusiasta y emprendedor. Un chaval alegre y bromista. Con un gran corazón y una increíble capacidad para ser querido por los demás. Claro, que eso era antes. Ahora, algo le consumía por dentro. Algo oscuro y muy fuerte.
Aquella cosa, quería adueñarse de Jhon. Y esa noche, estuvo a punto de conseguirlo.

Remontémonos horas atrás. Aún siendo Sábado, Jhon se había despertado relativamente temprano debido a  unos inquietantes sueños. Una oscuridad absoluta, unas voces en un lenguaje incomprensible y luego, otra vez la figura de la bestia. Esta vez erguida y más humana que nunca; si no fuera por aquellas enormes garras y colmillos, esos luminosos ojos rojos y que medía por lo menos dos metros.

Estaba claro que la bestia quería comunicarse con él pero ¿Qué iba a hacer él si no comprendía lo que le quería decir? Durante horas Jhon estuvo ausente, metido en su mundo intentando ordenar los pensamientos para saber que es lo que estaba pasando. Ignoró la llamada de sus amigos para salir de fiesta ese día pero ante la insistencia de ellos Jhon empezó a ponerse más agresivo y distante con los demás. Una extraña ira le estaba consumiendo y a su vez, el dolor de su herida se iba haciendo más insoportable. Kate sabía lo que pasaba pero tenía miedo a que un ataque de ira de Jhon acabara con ella. Por lo que no hizo nada y se quedó al margen junto al resto del grupo, el cual no se percató de ninguna anomalía en la atmósfera.

Horas después, cuando ya empezaba a caer la tarde y sus amigos ya estaban de fiesta, Jhon decidió volver al bosque en busca de respuestas. Quizá haya sido una decisión equivocada, pero en la situación en la que se encontraba todo eran malas decisiones y algo tenía que hacer. El viaje no era largo pero una tormenta arreciaba y no era recomendable salir a caminar y mucho menos adentrarse en algún bosque. Pero eso no iba a detener a la necesidad de respuestas a lo que le estaba sucediendo al pobre Jhon.

Durante el trayecto, unos gatos callejeros que Jhon conocía de hace ya un tiempo y que de vez en cuando se paraba a darles un poco de comida, huyeron ante la presencia del joven. Cosa que le resultó bastante extraño el hecho de que no lo reconociesen. No obstante, no le presto mayor importancia. Pero ya en el interior del bosque, debido a la gran tormenta que caía sobre él; una rama podrida se desprendió y se precipito sobre la cabeza de Jhon. A pesar de ello, con unos reflejos y una velocidad sobre humana, el chico consiguió esquivar la gran rama. Esto lo desconcertó muchísimo y le asustó aún más. No podía soportar pensar que al igual que en las novelas y películas sobre bestias que transforman a sus presas en siervos Jhon iba a acabar igual. Los síntomas de la transformación estaban floreciendo.

El terror se apoderó del joven y junto a él, su lado mas inhumano también salió a la luz. Corrió entre la maleza hasta que de pronto vio una silueta a lo lejos. Se trataba de un vigilante del grupo de cazadores que días atrás le curó las heridas. Pero claro, Jhon estaba ciego de ira y no podía controlarse. Sin darle tiempo siquiera al guardia GRIM para reaccionar, el joven, enloquecido le embistió con tanta fuerza pensando que aquella persona se trataba de la bestia. El golpe fue tan brutal que la cabeza del guardia impactó contra una roca y acabó con su vida en cuestión de milésimas de segundo. Ante el grito de Jhon y el golpe, los demás guardias aparecieron para ver que había sucedido y al detenerse ante el cuerpo inerte de su amigo, abrieron fuego contra el joven. Pero este, con gran agilidad desapareció entre los árboles.

El joven Jhon aún furioso salió del bosque y subió a los tejados de la ciudad. No podía controlarse. Y con su primera victima, había despertado en él una sed insaciable de sangre. Con lo que se dispuso a acechar alguna presa desde las alturas. Pero lo que no sabía es que algo le había estado observando desde su entrada en el bosque...

Una vez ya había seleccionado una pareja de enamorados en un paseo oscuro como presa, Jhon se preparó para saltar sobre ella desde la azotea. Pero un segundo antes, la sombra vigilante se abalanzó sobre el joven convertido ya en bestia y evitó que este atacase a su víctima. Ambos cuerpos se precipitaron al suelo con gran fuerza. Todo pasó increíblemente rápido y antes de perder el conocimiento, Jhon solo consiguió ver de nuevo la cara de la bestia muy cerca de él. Tras eso, solo una imagen borrosa de la misma cara y finalmente, negro.

Esa bestia, de algún modo u otro había salvado la vida del propio Jhon y de aquellas personas, las cuales no supieron siquiera que su vida había corrido peligro. Esa fatídica noche tormentosa de otoño fue el verdadero comienzo.