La historia del rey pato

domingo, 27 de mayo de 2012

El fuego en sí.

Entre la terrible oscuridad una luz incandescente emerge de la mirada de aquella preciosa figura. No intenta decirme nada, pero no puedo evitar sentirme fuertemente atraído por aquel resplandor en sus ojos. Me dirijo hacia ella, vacilante y amedrentado. Cuando intento decir algo, de mis labios no sale palabra alguna y todo se queda en un suspiro de frustración. Entonces, disimuladamente me alejo de la zona y me limito a observarla. Su perfecta figura revolotea por la instancia, su dulce sonrisa va enamorando a todo hombre que la mira y para los mas fuertes, su embriagador aroma a vainilla rompe toda resistencia para quien se acerca.
Soy incapaz. Incapaz de no fijarme en su belleza, incapaz de ignorarla, incapaz de olvidar el sabor de sus labios. Oh esos labios... ni el néctar de los dioses se puede comparar a un beso suyo...
Ella es como una llama que se mueve al son del viento, ella es como el último rayo de luz de luna antes de la llegada de la total oscuridad de la noche, ella es el fuego en sí. Tan bella y atrayente pero a la vez tan salvaje e inalcanzable...

Creo que ya no puedo aguantar más, algún día acabaré explotando; soltaré las riendas que me oprimen y dejaré que pase lo que tenga que pasar. Da igual el resultado, pero siento que necesito hacerlo. La Quiero.

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