El día no pintaba ser tan malo; alguna que otra decepción ya convertida en rutina, recuerdos que persisten en quedarse aunque intente evadirlos, risas con amigos, momentos un tanto especiales e imprevistos...
Pero la calma tardó poco en esfumarse. Cuando aquella tormenta nubló mi mente y me mando a un vacío insondable de pensamientos que solo me hacían daño y más daño; dejé de sentirme con ganas, con fuerzas de perseguir mis sueños. Ya no quería salir fuera y comerme el mundo dejando mal a aquellos que no creían en mi. Ya no sentía nada, absolutamente nada excepto una terrible y profunda tristeza. Producto de mi falta de auto confianza y de mis ilusiones quebradas por la visión de un futuro muy negro pero a la vez aterradoramente real..
Hoy, he vuelto a mirar al cielo en busca de respuestas. O quizá de ayuda. Con la vaga esperanza de que alguien no me de palabras de apoyo, si no que se siente a mi lado a ver las estrellas y me ayude en esta guerra que poco a poco estoy perdiendo.
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